Hay algo en ti muy personal, emocional y afectivo, cuando eliges tus vacaciones
«Los introvertidos prefieren, la montaña y los extrovertidos, la playa».
(Estudio de la Universidad de Virginia, EU)
Nuestro buen descanso no es irnos a la casa del pueblo, sí o sí. Nuestro buen descanso es el objeto deseado de investigación en muchas disciplinas científico-biológicas y médicas, ya que es el fin en que consigamos descansar como nos lo merecemos.
Un buen descanso no tiene por qué tener siempre el mismo destino, la misma compañía y la misma duración o intensidad. Hacer lo mismo en todas nuestras vacaciones no es sinónimo de estar haciendo lo adecuado.
En el sitio de siempre y con la misma gente, podemos estar en el lugar y con las personas equivocadas. O un buen cambio puede mejorar nuestro rutinario descanso.
El 46% de las personas, cuando vuelven de vacaciones, dicen no haber descansado lo suficiente o vuelven más cansados que cuando se fueron.
Saber afrontar una serie continuada de días libres para descansar bien puede no ser fácil en algunos momentos o circunstancias.
Las vacaciones habitualmente ya no son seguidas, sino que suceden en espacios cortos de tiempo para descansar.
Según el tipo de trabajo que tengamos, y si estamos sometidos a mucho estrés o incertidumbre en nuestra vida laboral, hay que tomarse muy en serio los días de descanso de cara a la salud mental y física de cada persona.
Un buen descanso nos aporta equilibrio mental suficiente como para desarrollar una buena capacidad de resiliencia a la hora de la vuelta al trabajo y a la normalidad.
Y la normalidad consiste en trabajar para poder vivir una vida digna, al menos. A pesar de que, como decía un conocido: “En cada familia, hay un muerto en un armario” y todos lo damos por hecho porque no hay familia perfecta ni aunque lo parezca.
Lo primero que debes tener claro es si podremos pagar lo que cuesta estar sin trabajar, al contado, de los ahorros, pidiendo un crédito o sin límite de dinero. Es la mejor manera de adecuar nuestras expectativas de descansar bien frente a las expectativas de lo que podemos pagar por conseguirlo. Si no lo haces de manera adecuada, puedes ir a descansar y volver arruinado o desesperado con la calidad del destino.
Todos estamos diseñados para mantener un equilibrio razonable en nuestro descanso entre estar activos o en reposo. Pero este equilibrio es muy frágil si no sabemos lo que queremos o lo que nos conviene para nuestra mente y cuerpo.
Los preparativos para hacer un viaje vacacional favorece la ilusión, el optimismo y la alegría. Ya que todos vivimos en el presente, pero con perspectiva de futuro, las vacaciones son un viaje a tu “necesidad de descansar”. Y esto, siempre es positivo y nos predispone para que nos pasen cosas buenas.
También es cierto que preparar unas vacaciones de manera exhaustiva es muy estresante y presupone unos cumplimientos de horarios y objetivos que, lejos de generar placer, puede llegar a considerarse como una obligación si queremos que todo salga bien.
¿Eres de los que tiene claro que para descansar necesita tener una agenda múltiple de actividades y experiencias nuevas?
¿Te llevas doce libros nuevos con la intención de leerlos todos?
¿O eres de los que prefieres estar tumbado sin hacer nada y sin tener un mínimo horario ni en las comidas principales?
¿Te gusta repetir todo igual o necesitas hacer algo diferente en tu tiempo de vacaciones?
Podemos elegir el lugar de vacaciones de siempre o uno nuevo, pero no todo es el lugar, sino con quién vamos a compartir las vacaciones.
Las relaciones personales, aunque sea en vacaciones, no se libran de poder generar conflictos, pequeños malos entendidos o grandes disgustos.
Lo importante es que nuestros compañeros de viaje, ya sean conocidos o desconocidos, sean personas con ideas y valores afines para poder sentir coincidencias en las actitudes o creencias durante el tiempo que estemos juntos. Y viajar con familiares o amigos de toda la vida tampoco nos garantiza el éxito. Hay familias donde se juntan varias generaciones y es fácil que haya uno o varios acostumbrados a mandar a los demás desde siempre o amigos que, con frecuencia, cometan abusos de confianza por aquello de que somos amigos. No es fácil de conseguir este punto para que vayas a ser 100% feliz con cualquiera o con los de siempre. Hay que elegir con el menor riesgo posible. “Más vale viajar pocos y bien avenidos, que muchos y por descubrir”.
Las vacaciones pueden ser un buen momento para reciclar hábitos dejados o innovar otros nuevos, reorganizando las horas de sueño y de vigilia.
Por ejemplo, volver a dormir una buena siesta de aquellas en las que, aunque hace un calor de muerte han pasado 3 horas con la sensación de no hubiera existido el mundo de tu alrededor. Acostarse dos horas más tarde de lo habitual o bien dos horas antes para ver anochecer desde la cama. Comer a las 6 de la tarde después de haber desayunado a las dos, despertarte de madrugada y tomar fruta fresca y pasar un par de horas oyendo música o leyendo un libro, rezar sin estrés o tener relaciones íntimas sin prisa, pero sin pausa hasta ver amanecer.
En fin, cada familia, según las circunstancias, podrá innovar en mayor o menor medida su vida en vacaciones.
Hacer las mismas cosas y en horas diferentes es lo que hace de las vacaciones una necesidad mental del todo placentera.
Las vacaciones tienen 3 etapas:
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- Etapa preparatoria: Donde todo son expectativas y elecciones. Este tiempo anticipatorio del viaje se hace siempre con ilusión porque nuestro cuerpo genera dopamina mientras se hacen los preparativos.
- Etapa de desarrollo del viaje: Ya sea la sensación de adaptarse al nuevo lugar o al lugar de siempre, saludar a las mismas personas de todos los años o conocer a gente que luego puedes no volver a ver; comer lo de siempre o probar cosas nuevas, nos va a hacer sentir que el tiempo ha pasado muy rápido. Cuanto mejor te lo pases, más rápida será la percepción del tiempo.
- Etapa de vuelta: El cansancio emocional es lógico después de unas vacaciones divertidas y casi sin tiempo para lo habitual, porque los días han estado llenos de escenarios nuevos y diferentes a nuestro paso. Si has disfrutado de las vacaciones, a la vuelta no las recordarás con nostalgia, sino que estarás descosido contar tus vacaciones e incluso querer repetir. Es entonces cuando recordarás un descanso de forma positiva y lleno de cosas buenas que han pasado y donde no cabría la nostalgia, sino la alegría de lo vivido en vacaciones.
Todos tenemos que tener en cuenta que el efecto mágico de las vacaciones empieza a decaer en las dos siguientes semanas después de la vuelta al hogar y está archivado en nuestra mente a los dos meses de haber vuelto.
Las claves del descanso que te mereces dependen de saber poner límites a lo que esperas y quieres de tus días de descanso.
Sara Pérez-Tomé
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