El cuidado de los pequeños detalles en la pareja hará que no se pierdan los buenos momentos en pareja
«Solo nosotros sabemos estar distantemente juntos»
Julio Cortázar
No es fruto de la mala suerte ni es fruto de una casualidad que los matrimonios sufran crisis de comunicación afectiva en alguna etapa de su vida matrimonial, solo es consecuencia de un gran desgaste en la convivencia entre dos, por dejar de cuidar los pequeños detalles.
El desgaste físico y afectivo nos va produciendo un cansancio moral hasta el límite en que el cuerpo nos pide que ahorremos en pérdida de energías para no correr el peligro de debilitarnos en cuanto a la confianza y la seguridad que hasta ahora nos daba nuestra vida matrimonial.
Si notas que te flaquean las fuerzas sentimentales para vivir con quien amas, eso no siempre te quiere decir que ya se os ha acabado el amor sino que hay 4 ingredientes tóxicos que nos producen esa sensación de cansancio moral en tu vida matrimonial.
Se nos presentan disfrazados de comodidad o seguridad:
- La rutina
- El aburrimiento
También se nos presentan disfrazados de susceptibilidad y desahogo:
- El afán de suficiencia
- El afán de dominio
Estos 4 ingredientes nos inundan y confunden haciéndonos ver que nuestra vida no tiene un valor especial junto al otro y que esa aparente pero plomiza calma que hemos implantando entre nosotros nos sirve para estar viviendo contigo pero sin ti y que además si sigo aquí es por los niños.
Este ambiente de tensa calma si no se actúa pronto, con toda certeza será la antesala de la tormenta perfecta
Esta especie de infertilidad afectiva pactada va acabando con las ilusiones y las ganas de compartir con el otro cualquier cosa, hasta llegar a hacer de tu día a día «un pacto de mínimos afectivos» que sin duda va a servir para ir apagando el natural calor y cercanía que se crea cuando vives compartiendo tu vida sin miedo al fracaso o al error.
Hay muchas parejas que agonizan por miedo a fracasar con el otro o a sentirse fracasado en su relación con el otro, pero la solución no consiste en anestesiar nuestros sentimientos para no hacernos más daño en el día a día.
La mayoría de las veces es la falta de cuidado de los pequeños detalles en pareja. Esto que ayuda a crear un clima de aridez afectiva que convierte los sentimientos más íntimos en un auténtico desierto para ambos.
- Cada pareja tiene sus pequeños únicos momentos, porque ninguna pareja es igual a otra.
- Cada pareja tiene esos pequeños pero exclusivos recuerdos, que les gusta volver a recordar.
- Cada pareja tiene esas pequeñas palabras clave por las que les gusta pensar o dirigirse al otro.
- Cada pareja sabe perfectamente cuales son esas pequeñas cosas que le gustan al otro y ha ido dejando de hacer.
- Cada pareja sabe de esas pequeñas cosas que se han dejado mutuamente de darles la importancia que antes tenían y les hacía simplemente felices.
- Cada pareja sabe qué tipo de música, qué sabores de helados, qué títulos de películas, qué historias, qué comidas, qué viajes nos acercan a vivir lo mejor del otro.
A veces la pereza mental y emocional de volver a empezar venciendo esa «buena educación» fríamente instaurada entre los dos, hace que muchos matrimonios no terminen por decidirse a reflotar el barco de sus sentimientos matrimoniales.
Cuando uno cree que la barca de su matrimonio hace aguas por falta de amor. Puede ser que se hunda pero no precisamente por falta de amor como parece sino por falta de auténtica amabilidad, ternura y cortesía. En esos pequeños detalles que ya han dejado de estar presentes entre los dos.
Empezar a reflotar depende de cada uno pero si ambos deciden empezar a reflotar juntos
mucho mejor para los dos
Cuando usáis de «la buena educación» para tapar vuestra auténtica vida en pareja, en realidad es una «buena educación fríamente calculada», que os impide ver más allá de vuestra original y verdadera historia de amor.
Es necesario romper con ese molde de «buenísimo» y dejar poner un buscador en vuestro corazón para que encuentre en vuestra historia de amor, esas pequeñas reliquias del pasado que a día de hoy pueden ser «el gran tesoro escondido» que os ayude a recuperar las ganas de estar con el otro.
La buena educación matrimonial auténtica no admite :
- Estar a la defensiva con el otro con mi silencio.
- Estar criticando al otro desde mi silencio.
- Estar humillando al otro con mi silencio.
- Estar infravalorando al otro desde mi silencio.
A veces el desahogo que produce la venganza o la satisfacción que produce la humillación pueden ser consecuencia de un «te vas a enterar…» o » y tu más…», pero nunca serán reacciones que hagan justicia a quien lo emite ni a quien lo recibe.
Si solo te dedicas a juzgar la conducta del otro, dejas de comprender, valorar, reconocer, soñar, ilusionarte en la necesidad de cuidar esos pequeños detalles que os hacen felices a los dos.
Me gustaría compartir con vosotros esta pequeña fábula que os puede aportar luces a los momentos oscuros de vuestra vida matrimonial:
«Un marido, cansado de la convivencia con su mujer, decidió abandonarla y recogió todas sus cosas para marcharse de casa, se fijó en un sobre muy viejo.
Dentro había un papel amarillo por los años, que decía: «Cosas que le gustan a Isabel». Era una hoja que había escrito cuando eran novios, repaso todo aquello y comprobó que hacía muchos años que no vivía ninguno de aquellos detalles.
Reflexionó y deshizo sus maletas. Se acercó a la cocina y preguntó a su mujer ¿Qué tenemos para cenar…? y empezó a vivir aquellos detalles que ya habían envejecido»