“El silencio como un acto de no interacción en una pareja significa sumisión, desapego y no implicación.»
Con frecuencia nos creemos que el cariño y la antigüedad en una relación es “un grado” que nos da derecho a poder ser “la Emperatriz o el Caudillo” de las conversaciones o de la toma de decisiones con tu pareja.
Estar tan apegado a tu opinión personal sobre lo que ha ocurrido, está ocurriendo o puede ocurrir, te puede llevar a pensar que si tu no iluminas al otr@, va a permanecer a oscuras en la realidad de vuestra vida…Y así hasta convertirse vuestro diálogo en un auténtico monólogo sin la más mínima interacción por una de las partes.
Si tu pareja te dijera: “No te das cuenta de la realidad” es entonces cuando debes mirarl@ con cariño y decirle: “¿Qué realidad? ¿La tuya o la mía?
Precisamente porque ni todos los hombres somos iguales ni las mujeres tampoco y las maneras que tenemos de percibir cada realidad puede ser al menos diferente y complementaria y no tiene porque ser igual:
“La realidad es particular y cada uno tiene una realidad distinta a la del resto y por eso siempre que sea argumentada debe ser respetada, respetable, tolerada y dialogable”
Buscar el diálogo y recrearse en él para llegar a acuerdos, no debe ser tampoco una búsqueda interminable de discrepancias ni desacuerdos. El diálogo inteligente es sano para todos los que se intercambian opiniones.
Dialogar inteligentemente entre dos, es saber gestionar el tiempo de callar, escuchar, esperar y reconsiderar al final y solo al final llegar a objetivos.
El problema surge cuando nos dedicamos a bascular entre mantener una discusión dentro de la poderosísima “corrección política” donde seremos víctimas de nosotros mismos, o acabar haciendo de un problemín un problemón, por no pensar lo mismo… hasta dejar de hablarnos durante semanas…sin encontrar una solución.
¿Por qué somos tan visceralmente humanos con las personas y los temas que más nos interesan, que nos impide dialogar como seres con inteligencia, voluntad y dominio de sí?
Cuatro claves para querer comunicarnos afectiva y efectivamente mejor con nuestra pareja:
- Estar en desacuerdo con alguien no es negativo, solo define mis valores frente al otro/s. Grandes personajes de la Humanidad estuvieron muchos siglos en desacuerdo con el resto y gracias a ello cambio el ritmo de la Historia (Galileo, Darwin, Mandela…)
- Estar en desacuerdo hace que estemos más obligados a llegar acuerdos inter-culturales, interaciales, inter-digitales…En el siglo XXI estamos moralmente obligados a saber llegar a sumas de acuerdos parciales partiendo de grandes desacuerdos históricos, familiares o personales.
- Estar en desacuerdo con el otr@ nos obliga a preguntarnos el porqué de mi hacia el otro y del otro hacia mí sobre nuestra condición humana y nuestras diferencias más íntimas. No estamos predestinados y ni todo está ya escrito podemos reinventarnos hablando sobre nuestras diferencias, ante nuevas soluciones y nuevas oportunidades con una mentalidad de cambio ante las nuevas expectativas.
- Estar en desacuerdo, me obliga a ejercitar la comprensión por el otro. Los acuerdos deben salir por empatía y asertividad no por compresión del uno sobre el otro. Cuando uno se comprende así mismo le es más fácil comprender a los demás y no le puede exigir al otro, acuerdos que él no es capaz de hacer o cumplir por sí mismo.
“La verdadera comprensión te aleja de reacciones por compulsión profunda”
Solo tienen miedo a estar en desacuerdo y querer dialogar de manera inteligente los que de verdad no se conocen bien a sí mismos, no se comprenden y no se quieren y por tanto no están dispuestos a pasar por el miedo a que les convenzan de algo que no conocen o no quieren conocer, no tienen argumentación propia y se excusan diciendo que prefieren no discrepar ni llegar a acuerdos por miedo a ofender al otr@.
Esa «apatía comunicadora” es el peor de los enemigos de una comunicación afectiva en una pareja porque es cuando ya no te interesa hacer partícipe al otro de tus sentimientos y tampoco te interesan los sentimientos del otro y si esto se sostiene en el tiempo es cuando la pareja ya no discute pero porque por no hablar de nada les es ya imposible llegar a discutir por algo…ni llegar a acuerdos razonables o interesantes.
«No caigas en la trampa de la frialdad en el trato para evitar discutir, aprende a compartir intercambiando las diferencias pero sin dejar de convivir« |
Muy estimada Sara, me encantan tus publicaciones, y esta, de hoy, comparto totalmente contigo todo lo que dices. Te sigo desde hace tiempo, ya que tengo un acceso directo en mi blog (http://elucubracionesalpie.blogspot.com.es/) al tuyo. Donde he publicado varios artículos tuyos. Puesto que me dedique unos cuantos años a la Orientación Familiar, (matrimonial) pero ya voy siendo mayor. Permitirme un abrazo
Estimado Francisco, muchas gracias por compartir mis trabajos entre tus trabajos, es un honor para mi! En Orientacion Familiar no hay mayoría de edad, es mas la experiencia es un grado y motivo de admiracion para pasar el testigo a las siguientes generaciones y a la aldea global en la que ahora estamos viendo en este tercer milenio tan inquietante como apasionante para el mundo de los valores. Un fuerte abrazo.
Sara, magnifica como siempre en todas tus reflexiones.
Gracias