¿Por qué la feminidad es un tabú?

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¿Por qué la feminidad es un tabú?

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Todos podemos y debemos ser conscientes de lo que es un ciclo  menstrual y sus consecuencias

Para casi la mitad de los hombres, el tema del ciclo menstrual de las mujeres, aunque tengan pareja, hijas o compañeras de trabajo, es un tema del que habitualmente no presta atención como para ser tratado de manera natural. 

Es un tema esquivo, tabú o simplemente invisible, tanto para algunos hombres como para ciertas mujeres. 

Por otro lado, en los últimos años, y como efecto rebote de lo expuesto al inicio, existe una corriente que abandera de forma extrema la necesidad de desmitificar este tema utilizando imágenes o manifestaciones excesivamente realistas que, en lugar de conseguir una actitud favorable, lleva a posicionar a ciertos sectores sociales hacia la involución. 

Como en todo, los extremos, poco ayudan a avanzar hacia una mejora en cualquier propuesta tan necesaria como conseguir destraumatizar emocional y psicológicamente la salud natural femenina.  

Veremos que el ciclo menstrual tiene muchas connotaciones afectivas y psicológicas. Y no solo hormonales, como se ha planteado históricamente. 

El silencio sistémico que lo rodea o el ninguneo de todo lo relacionado con lo que significa en la mujer está basado, en principio, en el puro desconocimiento y en creencias caducas que ya no tienen sentido en una sociedad que tiende hacia la igualdad de oportunidades de géneros en el siglo XXI.

Es importante tener en cuenta las siguientes circunstancias que pueden afectar a la vida de una mujer:
    1. Tener o no tener la regla puede significar o estar vinculado a un posible embarazo.
    2. Tener o no tener la regla puede provocar frustraciones respecto de la ilusión por un embarazo.
    3. Tener o no tener la regla puede representar posibles alteraciones moderadas o serias en el aparato reproductor de la mujer.
    4. Tener o no tener la regla puede significar tener dolores más o menos limitantes en distintas partes del cuerpo o no tenerlos.
    5. Tener o no tener la regla puede estar identificado con el sentido de la procreación como un único fin en la vida de una mujer.

 

El estado de ánimo, la autoestima o la transcendencia vital femenina tiene muchas connotaciones transversales. Es necesario profundizar e ir mucho más allá del simple hecho de saber si se tiene o no la regla. Esta reflexión sería hacer un análisis tan superficial que dista enormemente del verdadero sentido que aquí nos ocupa.

La época de la capacidad de menstruar de una mujer ocupa al menos un tercio de su vida. Por ello, es algo mucho más trascendental que si tengo o no que afeitarme la barba todos los días de mi vida. Ya que esto último es opcional, aunque se repita con más frecuencia que el ciclo menstrual.

En general, y la falta empatía y formación a nivel familiar y social para entender lo que ocurre en el cuerpo de la mujer cada veintiocho días aproximadamente.

Para que el reloj de ciclo menstrual se cumpla y no tenga retrasos o adelantos inesperados, debemos tener en cuenta que hay otro proceso anterior denominado ovulación.

 Sin este proceso, es imposible un embarazo o el cierre puntual de un ciclo menstrual de manera regular y natural.

 

La mujer, cuando ovula, también utiliza parte de su cerebro para regular este fenómeno hormonal. Por lo tanto, la ovulación también condiciona a la mujer internamente.

Las mujeres no van con una camiseta donde se pueda leer: “Estoy ovulando” o “Tengo la regla”. Al igual que nadie muestra públicamente mensajes como: “Estoy estreñido”, “Anoche me desvelé”. Todos podemos y debemos ser conscientes de lo que es un ciclo  menstrual y sus consecuencias. Sin tener por qué anunciar las circunstancias por megafonía ni caer en la necesidad de vocear nuestra intimidad para ser respetadas o exigir ciertos derechos.

Este proceso, en condiciones saludables, viene de serie en la mujer desde que nace y se hace más patente aproximadamente desde los 9-12 años hasta al menos los 45 o 50 años.

Tener la regla no significa ser fértil, ni ser más mujer, ni ser mejor esposa, ni ser más débil… Significa que eres mujer y tu aparato reproductor está activo. Tan activo como lo está el cerebro o cualquier otro órgano vital del cuerpo.

Si malo es que muchos hombres desconozcan mínimamente en qué consiste ser mujer, peor es que muchas mujeres también lo desconozcan. O simplemente acepten como buena la desinformación que les ha llegado llena de falsas creencias.

Por ello, este desconocimiento por parte de la mujer de algo tan intrínseco en su naturaleza les lleva a autoignorarse. Nunca nadie les habló de ello o si lo hicieron no fue con una base científica respetable. Por tanto, ellas nunca lo hablarán con nadie, ni tan siquiera con sus propias hijas, o trasladarán sus errores, miedos y desconocimientos. Y así, la cadena continua…

Las nuevas generaciones tienen un ayudante de campo: los medios de comunicación on-line. Tanto chicos como chicas pueden saber con más o menos rigor científico qué es el ciclo menstrual de la mujer. Aunque pocos llegarán a conocer el lado emocional que conlleva si tan solo reciben esa información de manera online. Suponiendo además que dicha fuente al menos tenga rigor científico.

Es una pena que, tal y como he dicho al comienzo del artículo, el ciclo menstrual presenta unas connotaciones afectivas y psicológicas trascendentes, que dejemos que el primer, mejor o único maestro de una mujer para conocer mejor el cuerpo de una chica se llame “Google”. 

 

Y si a ello añadimos el hecho de que esta información pueda no pasar por un filtro científico y se transforme en una información vaga, cargada de falsas creencias arrastradas de generación en generación, lo único que se conseguirá es una mayor confusión.

Pero este modelo de asesoramiento aún puede empeorar. Si esa información internauta se mezcla con ideologías poco defensoras del valor de la mujer. O se fusiona con una educación sexual de línea erotizante o pornográfica, el cóctel es una deformación absoluta del único y más importante valor que debe acompañar: el respeto al sentido femenino de la trascendencia humana.

Las familias, en general, tienen una asignatura pendiente respecto de cómo, cuándo y a quién informar sobre el ciclo mensual.

Es fundamental romper el tabú de que solo se debe formar a las hijas. Un hijo varón necesita también esos conocimientos para ser un buen hermano, un buen hijo, una buena pareja y un buen futuro padre. 

Solo, desde el conocimiento, es posible vivir el respeto y la empatía. El desconocimiento genera rechazos sin fundamento y estigmatizaciones absurdas en pleno siglo XXI.  

Por otro lado, la sociedad tiene una gran deuda moral que no puede seguir demorando por más tiempo. El rechazo hacia este tema ha llevado a una falta de empatía hacia situaciones que deben normalizarse en una sociedad evolucionada.

 

Debemos condenar internacionalmente situaciones limitantes e ideológicas que aún existen en las mujeres y niñas del tercer mundo cuando tienen la regla. O cuando no pueden ir al cole o a trabajar por falta de compresas o similar. O la derogación del denominado impuesto “rosa” hacia los productos de higiene íntima.

Es cierto que en los últimos meses, ha habido propuestas de cambios legislativos, con mayor o menor acierto. Lo que sí es cierto es que los pequeños gestos como estos son los que van a hacer que, en un futuro cercano, cambie nuestra actitud para hablar del ciclo menstrual como un hecho natural del ser humano. 

Creo que también es importante el hecho de que la educación sexual deba ser más afectiva que genital. Remando más en favor de un desarrollo saludable del ciclo vital de la mujer o de su papel reproductivo y no quedarse en una simple información centrada únicamente en cómo evitar tener un hijo.

Si a la población en general, por puro desconocimiento, no le inspira respeto la potencial fecundidad de una niña/mujer, entonces nos queda por hacer todavía una importante reflexión.

Cuando una niña/ mujer se queda embarazada, es difícil que todos, hombres y mujeres, vean en esta nueva situación, un signo de apostar por su salud y bienestar, en lugar de centrarse solo en un problema a debatir y/o solucionar.

 

Siguiendo la tradición, los hombres casi siempre son situados o se sitúan “fuera del cuadro”. El hecho de que piensen que esto no va con ellos, ya sea hermano, amigo, padre, compañero, jefe, novio o futuro padre, va a repercutir en su visión del mundo y su aportación hacia una sociedad mejor.

 

 Saber de qué va el ciclo menstrual, nos hace más responsables. No es un tema de chicas… es de todos. De un modo u otro a todos nos va a afectar directa o indirectamente.

Hoy por hoy, tanto la menstruación como tema de conversación o como anuncio en la televisión relacionado con el ciclo menstrual, genera a veces en algunos hombres y mujeres la sensación de incomodidad. En algunos casos, hasta se llegan a hacer comentarios nada acertados en cuanto a la mujer en general y la más cercana en particular. Y si están niños delante, la incomodidad, que no el pudor, multiplica el problema de una comunicación sexual positiva y saludable.

 Este problema se basa fundamentalmente en la falta de información y formación sobre la sexualidad y la educación para el amor que no se completó cuando éramos niños. Por ello, se ha dejado un vacío que afecta al comportamiento de la vida de adulto, ya sea hombre o mujer. Cuando el tema sigue envuelto en opacidad, aunque ya seamos adultos, con pareja y/o con hijos a cargo, debemos entender que es urgente que pongamos de nuestra parte para resolverlo personalmente o con ayuda de profesionales.

Si cuando has sido joven nadie te habló positivamente de lo que significa de verdad el ciclo menstrual, en el mejor de los casos, tienes una mentalidad puramente profiláctica, pero incompleta. Has dejado fuera parte del desarrollo del pensamiento afectivo, aspecto tremendamente importante en el vínculo entre la mujer y en el hombre.

 

Saber en positivo lo que significa tener la regla, es relacionarte en positivo con la otra persona y consigo mismo. Para que la conversación con un hijo sea natural y fluida, tanto los padres como las madres, deben:
    1. Saber bien de lo que estás hablando y, si no sabes, infórmate y fórmate antes de charlar con tus hijos. Hazlo desde el conocimiento completo y veraz.
    2. Inspira confianza en tus hijos desde que el niño empieza a conocer su cuerpo y necesita identificarse con él.
    3. No delegar en la otra parte estos asuntos. Los hijos deben sentirse seguros y no creer que hay departamentos estancos en sus padres dependiendo de qué cosa es de la que estamos hablando. Hablar del ciclo menstrual no es solo responsabilidad de las madres.
Si como padres sabemos que la menstruación es una función corporal en el cuerpo de una mujer sana, no habrá barreras importantes para hablar de ello. 

Conocer bien cómo funciona el ciclo menstrual de la mujer es tremendamente importante. Tanto es así que, ignorarlo y no comunicarlo bien, puede afectar a  alguno de los cuatro pilares básicos en el desarrollo personal y afectivo de una persona. No estar bien preparado, puede afectar negativamente a la higiene, a la alimentación, al sueño y/o al equilibrio personal. Una falta de higiene, una mala alimentación, un desorden de las horas de sueño y una vida sin hábitos saludables puede hacer del ciclo menstrual un problema. Esto va a precisar desde una buena educación integral de la persona para ser solucionado.

Delegar esta formación de tus hijos en terceros puede ser de alto riesgo en un tema tan trascendente para su futuro. Tus miedos, vergüenzas, tabúes, falsas creencias, ignorancia, dejadez, pasotismo… no son excusa.

 

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