¿Es la mejor solución, poner un castigo?
Un hijo tiene que aprender de unos padres muchas cosas que le ayuden a saber gestionar su vida. Y sus padres deben saber enseñarle lo que SÍ debe/puede hacer y no solo lo que NO hay que hacer.
En ninguna familia existen ni padres perfectos ni tampoco hijos perfectos. Por esta razón nos encontramos en múltiples situaciones donde un padre inexperto ante la búsqueda de una solución por un conflicto con su hijo y un hijo en un proceso de inmadurez buscando su mejor salida, crean entre ambos «una tormenta perfecta» donde acaba el padre imponiéndose con “un castigo mal puesto”, que es la peor de las soluciones.
“Ni el padre ni el hijo aprenderán nunca ante un conflicto, a ser mejores como personas a través de un castigo mal puesto”
Con un castigo mal puesto no se aprende en positivo el por qué y el para qué sino solo un» porque lo digo yo». Cuando no existe un para qué la moraleja del castigo consistirá en no volver a hacer lo mismo por evitación y no por convicción.
Conclusión: con estas formas, no se educa en valores sino se implantan emociones negativas en nuestros hijos como el miedo, la ira y la aversión.
Si los castigos suelen ser castigos:
- Desproporcionados
- Desconectados con la causa del conflicto
- Humillantes
- De riesgo
- Anti-valores, que no se terminan cumpliendo.
Es en esas condiciones cuando un hijo que recibe un castigo, lo percibe bien como una especie de venganza, resentimiento o desahogo de sus padres y el padre enfoca el castigo como una forma de hacérselo pasar mal a su hijo para que piense y que así aprenderá a vivir, sufriendo las consecuencias de sus actos irresponsables…a través de un castigo mal puesto.
«El fin no justifica los medios y mucho menos en cuanto se trate de educación de hijos»
«Definitivamente un mal castigo, es un mal enfoque de como enseñar a aprender a mejorar»
El padre que a pesar de que sabe que fracasa con sus castigos, sigue castigando igual, es un padre muy pobre en recursos emocionales y está despilfarrando su autoridad y su prestigio. Su falta de recursos creativos hacia como cambiar la conducta o carencia de su hijo le hace repetir acciones inútiles abocadas al fracaso personal y familiar.
Y estas situaciones suelen tener fuertes repercusiones negativas por igual tanto en los padres como en los hijos porque producen:
Rabia, frustración, baja autoestima, resentimiento, inseguridad.
- A los hijos les enseña que la mentira es útil si sirve para evitar un castigo inútil.
- El padre le deja al hijo con el castigo la idea de lo que NO tiene que hacer pero no le enseña lo que SI tiene que hacer.
¿Existe algún tipo de” castigo bien puesto”, que pueda ayudar a todos?
«El mejor castigo bien puesto es el que hemos evitado poner,
porque nos hemos entendido hablando antes, durante o después»
Cuando algún método o norma no funciona con un hijo de manera reiterada mejor que castigar será cambiar con otro sistema alternativo y esperar otra respuesta, que probablemente solo por distinta ya será mejor. Por eso debemos reservarnos como padres la decisión de conseguir modificar sus respuestas no a través de castigos sino observando junto a él las consecuencias de sus acciones a través del diálogo entre ambos.
La reflexión de las consecuencias debemos hacerla siempre que podamos con nuestro mejor estado y lado emocional posible de padres que nos lo permita siempre ver desde la tranquilidad y el respeto al hijo lo mas adecuado para el bien de toda la familia.
Tener que terminar por sancionarle no debiera significar enfadarse con él; si queremos que nuestro hijo lo pueda ver como una ayuda y un beneficio para él, debe ser siempre el último recurso para situaciones muy extraordinarias donde el castigo sea una excepción y no una norma y además muy condicionado a limitaciones temporales porque está injustamente puesto o mal puesto y entonces puede tener peores consecuencias que las consecuencias que causaron el motivo del castigo.
Errores posibles al castigar a tu hijo de manera sistemática:
- Hacer un uso constante y habitual de poder.
- Hacer un uso desproporcionado de la autoridad.
- Que no haya relación entre el motivo y la sanción y solo estás buscando hacerle daño o se que se fastidie.
- Quitándole las actividades positivas que le hacen bien o que le ayudan a su desarrollo.
- Negándole los principios básicos relacionados con la higiene, alimentación o sueño como forma de castigo.
- Cuando no le avisas antes de las consecuencias de sus decisiones.
- Cuando la sanción es tu única alternativa como padre para educarle.
- Al estar serio y decepcionado con tu hijo te lleva a estar demasiado enfadado y/o nervioso con él .
- No eres clar@, concret@, concis@ y proporcionad@, con lo que pides a tu hijo para que cumpla.
La mejor prevención para no tener que hacer uso de “castigos ni bien ni mal puestos” es enseñarles a hacer las cosas bien, y cada vez que acierten alabarles mucho en todo lo que saben hacer bien, por pequeño que sea lo realizado.
“A todos nos gusta hacer lo que sabemos hacer bien,
y también nos gusta que lo que hacemos bien nos lo reconozcan».
«Hacer de cada acierto un homenaje familiar es mejor que vivir pendiente de los fallos y errores de tus hijos para acertar en el consiguiente castigo…» |
Muchas gracias por el artículo.
Este es sin duda un tema que genera bastante preocupación en los padres y a la vez conlleva mucha confrontación.
Aunque se hable con el hijo ante una situación incorrecta, no es fácil distinguir cuando hay que tomar medidas serias o dejarlas pasar.
Un saludo.
Beatriz Montes
Gracias a ti por tu comentario. Tratar el tema de cómo educar bien y sancionar es muy delicado hoy en día por la crisis de autoridad social que reina en el ambiente. Gracias por tu sinceridad y por tus ganas de aprender a ser mejor Gracias a las experiencias de otros. Siempre a tu disposición.