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Un mismo vuelo

vueloLa vida es un vuelo que puedes elegir hacer solo o acompañado, alegre o enfadado, tranquilo o angustiado, cansado o siempre con ganas, sin rumbo fijo o con un destino, con valores trascendentes o con intereses intrascendentes. Tú y solo tú eliges cómo volar

¿Has visto alguna vez emigrar a los gansos? Me ha llamado la atención la forma en «V» en la que vuelan.

Es conocido que lo hacen para ganar velocidad, es más aerodinámico y aumenta enormemente las posibilidades de llegar al destino de forma rápida y segura. También sabrás que cuando el líder de cada vuelo se cansa, se pone al final de la formación y otro ocupa su lugar en la punta.

¿Qué puede enseñarnos la imagen en “V” de unos gansos volando juntos?

Pienso que si eres como yo: mujer, madre, esposa, profesional, amiga, ama de casa, y en tu día haces malabarismos para que no se te caiga al suelo ninguna de esas actividades que representan una gran parte de tu vida, y no termines por perder los nervios…

Y también reflexiono sobre ti como hombre, padre, esposo, profesional, proveedor, amo de casa y te pasas el día tratando de conseguir un equilibrio entre lo urgente e importante fuera de tu casa y lo que se te necesita y reclama con tu presencia por parte de la familia, y no acabes por sentirte mal contigo mismo…

Mirándome fijamente al espejo, la verdad es que no se qué debería hacer ante estas dos realidades

¿Deberíamos hacer, omitir o transformar algo de nuestras vidas para lograr que el balance sea armonioso para ambas partes y para todos en general?

A veces somos las mujeres las que nos implicamos demasiado en la crianza de los hijos y no les permitimos a los padres varones tomar su rol. Nos quejamos de hacer solas las cosas de la casa pero, cuando finalmente el hombre quiere cocinar, nos burlamos de él porque no sabe ni dónde están los platos y no le valoramos suficientemente en muchos otros servicios o atenciones  como también a nosotras nos gustaría que nos valorasen.

Otras veces los varones se involucran en la crianza de los niños pero con un estilo que desplaza a la mujer y le dejan sin voz ni voto porque piensan que son ellos los que realmente saben lo que se tiene que hacer…

Es un hecho:

Hombres y mujeres somos diferentes. Ni mejores ni peores, simplemente somos complemento en la forma de sentir, de hacer o de resolver.

Con la llegada de los hijos nos enriquecemos aún más. Cada uno aporta capacidades, habilidades, dones, talentos, destrezas y recursos al grupo familiar que antes nunca había puesto en práctica, y ahora que somos y formamos una familia nuclear, lo hacemos de manera natural orientados siempre en la misma dirección. 

Ha llegado la hora de saber que no debes, aunque puedas, tirar de la soga solo para tu lado

¿Es posible que, ante las diferencias, sepamos respetarnos y admirarnos o incluso amarnos y así volar en la misma dirección?

Abramos juntos los ojos, los oídos, y nuestros brazos para no convertirnos en la emperatriz o emperador de los espacios o las tareas comunes de la familia.

Tomar directivas sin consultar, por muy buenas y razonadas que sean, es una forma de obviar la importancia del apoyo en el otro.

¿Tenemos  la humildad suficiente de saber cuándo nos toca ceder la punta y ponernos atrás?

Para esto, nuestra vida debe estar basada en la confianza de que el otro va a ser mi otro yo, y aceptándole como me acepto a mí mismo cuando actúo.

Si abres tu corazón y juegas a soltar… tendrás la libertad de ser tú mismo y dejar ser a los otros. Podrás desplegar toda la riqueza que tienes para dar y le otorgarás a los demás, «alas» para volar todos juntos un mismo vuelo.

A.G.A. (CEE)

 

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