¿Por qué llamar amor a lo que deberíamos llamar sexo? (II/III)

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¿Por qué llamar amor a lo que deberíamos llamar sexo? (II/III)

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Diferencias entre educación para el amor y educación para el sexo seguro

Uno de los post más leídos en los últimos 2 años en el blog de Sophya, es el  titulado:

«No es lo mismo hacer el amor que sellar el amor» 

Este post puede ser un complemento a este nuevo que es la segunda parte de una trilogía dedicada toda ella a la diferencias que existen entre la educación para el amor y la educación para el sexo seguro.

 

Todos podemos enamorarnos de manera incluso irracional y que como vulgarmente se dice «enamorarse ciegamente del otro hasta las cachas».

 

Cada vez que nos enamoramos, no nos  enamoramos fácilmente del primero que se cruza en nuestro camino, sino que en principio nos enamoramos de alguien que nos atrae y no podemos enamorarnos de alguien que por su forma de ser o su aspecto físico «nos  repele personalmente».

 

Partiendo de esta premisa, debemos avanzar hacia el conocimiento del otro desde la parte más primaria de nuestra condición humana. Y así empezamos a saber elegir entre todas las personas que nos rodean y vamos seleccionando solo las que «nos atraen y nos gustan». Normalmente nos suelen gustar un determinado tipo de personas de las que pueden existir  «varias de estas personas que nos atraigan y nos gusten…»

Si buscamos entre todas las que nos gustan siempre encontraremos que hay una de ellas que es más compatible con cada uno que el resto. La persona que más se adapte y nos complemente esa será la persona adecuada para empezar a amar en exclusiva. 

 

Seleccionar a una sola persona entre todas las que te pueden gustar es un requisito imprescindible para poder amar a la persona elegida al 100% pero tiene que producirse el acoplamiento por parte de dos voluntades que sientan lo mismo y que noten a la vez «mariposas en el estomago». Siendo esta una sensación necesaria para el inicio de una relación entre dos, no es un requisito imprescindiblemente necesario para cuando ya se haya producido el acoplamiento personal.

 

Nuestra voluntad de aunar un proyecto de vida en común:

 

  • Es mucho más que un sentimiento inicial primario.
  • Es mucho más que una selección.
  • Es un sentimiento que transforma hasta en nuestra forma de pensar.
  • Es no concebir que tu vida pueda ser plena sin el otro.

 

Cuando ya se produce una determinada cadena de empatías en  pensamientos y sentimientos de los dos, surge una tendencia natural propia de los dos que se aman:

 

  «El amor tiende a unir a los que se aman de manera estable y permanente sin pensar en que vaya a haber un final».

 

Nuestro apego emocional y afectivo hacia esa persona no nos agrada que sea un afecto provisional ni transitorio, sino para siempre porque quieres que perdure en el tiempo tu sensación plena de felicidad por amor de la que ya disfrutas ahora. Nuestra mente y corazón buscan estabilidad y constancia en la complacencia de los  afectos sin esta forma de pensar y de sentir no nos es fácil poder entregarnos al otro solo por amor. 

Si interiormente tenemos sentimientos de necesidad o de dominio sobre el otro, entonces surge un amor enfermizo de posesión que limita en gran medida nuestra proyección futura en el amor por conocimiento hacia el otro.

Cuando uno entrega su biografía al otro, parte de esa entrega no solo es intelectual y afectiva, es también emocional y con la fuerza de la pasión. Esta forma de amar por pasión, puede inducirnos a error  al pensar que siempre que  hay pasión hay amor.

Cuando dos personas tienen relaciones sexuales llevados solo por la fuerza de la pasión, desconocen o quieren ignorar la tercera dimensión de su entrega mutua que hará que la relación sea cada vez más fructífera. El origen de muchas relaciones que te hacen sentir que lo que tienes  es :»Una relación complicada» Esta en no haber dado a tus actos la tercera dimensión .

 

 «Solo con la fuerza de la pasión no hay entrega de personas, solo hay desahogo corporal»

 

Gracias a  la tercera dimensión en nuestras relaciones,  podemos entregar junto a nuestro cuerpo  también  nuestra persona con toda nuestra biografía o historia personal en tu entrega no puede haber cartas trucadas o doble fondo en el cajón. Entendiendo bien que el amor es pasión, es elección y es selección podemos concluir que nunca va a ser lo mismo:  «una relación conyugal que una relación sexual»

  • En las relaciones conyugales, te encuentras en el otro, como si fuera un diálogo.
  • En el sexo, te buscas a ti mismo en el otro, como si fuera un monólogo.

 

«Una relación conyugal se produce gracias a que dos personas que se aman entre sí, se sienten ambos no con el otro sino junto al otro».

 

En las relaciones conyugales no todo vale…para alcanzar el placer. La exigencia de un buen trato conyugal es mucho mayor que en una relación sexual sin mas… por eso las relaciones conyugales hay que cuidarlas aunque pasen los años… Sin amor las relaciones sexuales se basan en la explotación de la genitalidad.

 

Con amor hay respeto, dignidad y complicidad en cada acto sexual.

 

Hay relaciones conyugales que en un momento dado pueden hacerte sentir como si hubieras tenido solo una vez sexo, no una relación conyugal.

Si te has sentido alguna vez así, ponte en marcha antes de que dejéis de dialogar el uno y el otro a través de vuestro cuerpo para pasar a enmudecer el uno con el otro buscando solo la cantidad sexual y no la calidad sexual.

Un psiquiatra amigo mío acaba de publicar un libro interesante sobre el amor y el sexo, tema silenciado pero de más actualidad que nunca en esta sociedad sexualizada en la que vivimos. 

 

 

«Con amor hay respeto, dignidad y complicidad en cada acto sexual»
Si este post te ha parecido interesante, te invito a leer los dos siguientes:
¿Por qué llamar género a lo que deberíamos llamar identidad sexual? I/III
¿Saber enseñar en positivo el valor de lo visible y lo invisible de la sexualidad humana?( III/III)

 

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Comment ( 1 )

  • Maria Jose

    Te copio nuevamente lo que mencionas: «Con amor conyugal hay respeto, dignidad y complicidad en cada acto sexual matrimonial.»
    Si todas las parejas del mundo actuaran asì… Este mundo serìa diferente!
    El amor de dos es de tres y ese tercer personaje es Dios. Sin El no hay amor.

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