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Mirarnos y sabernos mirados

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La mayor herramienta de retransmisión afectiva no verbal que tenemos está en nuestra propia cara y en nuestra propia mirada

Cuando estás contando algo a alguien que te importa, es inevitable «no dejar de mirarle» y además necesitar «sentirte mirado» mientras hablas .

El uso de nuestra mirada como la mejor conexión con los demás forma parte de la puesta en marcha de un viaje de ida y vuelta a nuestro interior del que nosotros somos los protagonistas y es un viaje en el tanto «cuando nos miramos» y «cuando necesitamos sentirnos mirados»  estamos  ya en plena conexión.

¿Sabríais identificar vuestra forma de entenderos con vuestra forma de miraros y sentiros mirados según las necesidades afectiva y emocional de cada momento?

 Todos los seres vivos tenemos ojos pero no todos los los ojos son iguales, los de los humanos son diferentes a los de los animales porque los ojos de los humanos transmiten mucho más que los de los animales y además como los hombres sabemos lo que somos no como los animales también necesitamos poder transmitir a través de nuestra mirada la transcendencia de todo lo que hacemos mucho más allá de los mismos hechos.

Por estos dos motivos nosotros a través de nuestros ojos hacemos mucho más que ver, nosotros miramos y es en esta diferencia entre ver y mirar donde hacemos «magia por transmisión».

«Los ojos son el espejo del alma,  y sin esa luz exterior de mi reflejo  espiritual interior somos  como una habitación sin vistas»

Cada persona gracias a sus miradas hacia los demás se convierte en un testigo ocular que va retransmitiendo en directo su estado de ánimo, sus sentimientos de ridículo, sus padecimientos o enfermedades, sus miedos, sus ganas de llorar o de reír.

Cuando aceptas que te miren o tu miras al otro durante 8,2 segundos o más estás renovando y/o reforzando sin palabras un «te quiero» un «gracias por estar ahí» o un «que suerte tenemos»

Sin miradas  de 8,2 segundos consentidas, buscadas y necesitadas, no hay futuro porque se va muriendo entre nosotros poco a poco esa complicidad que es mucho más que palabras de afecto.

Si robas las miradas al otro empiezas a perderle porque mirar y sentirnos mirados es la plataforma perfecta para usar más gestos no verbales de transmisión afectiva a través de las manos, los brazos, la boca.

Así que no escatimes en miradas si no quieres perder conexión.

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«Necesitar mirarnos y sentirnos mirados nos contagia comprensión, seducción y deseo»
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