Detrás de cada nacimiento hay unos padres dispuestos a dar a ese niño gran parte de su vida mientras vivan
Este año en nuestra familia de nuevo vamos a celebrar el próximo nacimiento de un nuevo niño. En el próximo 2017 nacerá el primer hijo de nuestra hija Verónica, siendo ya nuestro séptimo nieto.
Desde los principios de la humanidad, se sabe que el nacimiento de un nuevo niño se celebra de manera ritual y siempre con una gran bienvenida dentro de la familia, los amigos y conocidos.
La celebración de cada nacimiento de un niño se celebra festivamente repercutiendo siempre sobre toda la sociedad
Detrás del nacimiento de cada niño, hay unos padres que no solo le han dado la vida a cada niño, sino que le estarán dando gran parte de su vida mientras vivan.
«Los padres dan la vida por cada hijo, como mejor saben, y como mejor pueden»
En algunas ocasiones el cariño de los padres a sus hijos se desborda de super-protección. Y a veces este tipo de cariño exagerado, no suele tener buenas consecuencias en cada hijo tanto a medio como a largo plazo porque:
«los padres debemos sobre-cuidar a sus hijos un poco menos, para poder quererles mucho más y mejor»
Cuando unos padres tienen un hijo apuestan por la vida en general y por la vida de cada hijo en particular. La vida es muy larga, variada y llena de matices. Pero esto no deberá condicionarnos en la forma de quererles bien y relacionarnos con ellos estén donde estén. Esto para que hagan lo que hagan cuando más adelante ya no sean un bebe en tus manos.
Las relaciones intra-familiares en relación con los hijos son cada vez más diversas y gracias a esa flexibilidad se produce en cada hijo un enriquecimiento afectivo diferente.
«Según van pasando los años el cariño entre padres e hijos irá fluyendo de manera constante y diferente»
Este fluir afectivo propio del trato entre padres e hijos, permite que con el paso del tiempo padres e hijos vayamos evolucionando de tal forma que cada vez vayamos conociéndonos y comprendiéndonos mejor.
La madurez de la convivencia familiar se irá notando al sentirnos mutuamente queridos más y mejor. Y para este resultado a veces tienen que pasar largos años de aprendizaje
Cada biografía familiar es la vida al desnudo de los unos unos con los otros. Por eso la intimidad que se vive entre padres e hijos hace que podamos » leernos entre líneas» y comprender que:
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- Una mentira se siente sin pronunciarla.
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- Una verdad se acepta sin tener que demostrarlo.
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- Una disculpa se entiende sin mirar atrás.
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- Un error se perdona sin contar las veces anteriores.
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Cada uno como hijo decide cómo cuidar su propia vida y su vida en relación con la de sus padres. Este tipo de decisiones va a ir marcando la tendencia de gran parte de nuestros pensamientos y sentimientos. Y por supuesto influirán en nuestra propia salud.
Y como es lógico todas nuestra relaciones familiares también tendrán repercusiones más que evidentes en nuestras relaciones profesionales y sociales.
Detrás de cada nacimiento no solo están presentes unos padres que comparten con su hijo unos apellidos y un ADN sino que también está presente y se siente todo un mapa familiar con una hoja de ruta hacia toda la sociedad de gran trascendencia espiritual cada uno de los miembros de cada familia.
Realmente esta fuerza espiritual es la que nos infunde a los padres las ganas de «dejarse la piel» en cada uno de sus hijos unas veces perdonando, otras consolando, otras aceptando y otras protegiendo, pero siempre siempre dando parte de su vida por algo mucho más importante que la salud física y los estudios de sus hijos.
La fuerza espiritual de los padres infunde a los hijos las ganas de querer a sus padres a pesar de sus defectos
- Si alguna madre o padre que no sienten la necesidad de «dejarse la piel» con su hijo, todavía no han descubierto la fuerza espiritual. Esto lleva implícito el querer dar la vida a un hijo y por un hijo.
- Si un hijo no siente la necesidad de querer a sus padres, todavía no ha descubierto que la madre y/o el padre están presentes en su vida mucho más de lo que se puede llegar a imaginar.
Cuando surgen problemas o malentendidos familiares es cuando más cuesta tender la mano a los hijos o que ellos como hijos quieran dejarse «tomar de la mano» por sus padres y sin embargo es el momento en que ambas partes podemos recordar que tenemos «un vínculo personal y espiritual en el que nos debemos ante todo un agradecimiento y respeto infinito y mutuo por la vida».
«La relación paterno-filial puede hacernos más fuertes que a nosotros mismos»
Esta fuerza espiritual tan sensible como invisible es lo único que hace posible que en las relaciones familiares la resolución y la reconciliación de conflictos familiares aparentemente irresolubles puedan ser un nudo que poder aflojar.
La madre, el padre o el hijo que no tiene en cuenta la fuerza espiritual que les une es difícil que puede apreciar lo positivo de la experiencia de saber estar vivo, de quien vienes, con quien quieres estar y hacia donde quieres ir en la vida»
Detrás del nacimiento, hay unos padres y un hijo unidos en un «por qué de mi existencia» y «para qué estoy en esta vida»
Uniendo el «por qué y para qué» de nuestra vida a través de nuestros padres, tendremos respuestas a cosas que pasan a tu alrededor y no sabes cómo gestionar.
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- Existen cargas emocionales familiares no resueltas por falta de saber ver una solución espiritual adecuada.
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- Existen faltas de seguridad personales para tomar algunas difíciles decisiones familiares por falta sentimientos espirituales más maduros.
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- Existen faltas de serenidad en las familias para saber vencer ciertos obstáculos y sin tener que hacer daño a nadie.
«Al final, es un reto espiritual vivir amando a los tuyos, a pesar de las diferencias»
Poder identificar con los tuyos tu lugar y tu sentido de pertenencia familiar forma parte del reconocimiento personal, familiar y social con la vida.
La fuerza hacia la vida te lo da la propia vida, y la vida vivida con los tuyos.
Las familias evolucionan y cambia, no te resistas a los cambios. Con nosotros podréis entenderos mejor en las distintas etapas con vuestros hijos.