La inutilidad de ser utensilio y la utilidad de ser útil

La inutilidad de ser utensilio y la utilidad de ser útil

Si tu familia y tus amigos consideran que eres un buen utensilio solo por la forma que tienes de tratarles, ayudarles y nunca dejarles plantados, ha llegado la hora de que te replantees tu dedicación a los demás.

Cuando los utensilios se hacen viejos por desgaste, se reponen por otros nuevos. Cuando las personas envejecemos no nos gastamos ni somos sustituibles por otros. Somos únicos mientras sigamos siendo nosotros mismos.

Tu dedicación a los demás, no debiera ser amortizada como si de un utensilio se tratara, hasta que dejes de ser interesante para los demás. Entonces te considerarán inservible y buscarán un nuevo repuesto.

Si por exceso de utilidad te conviertes en una persona-utensilio con derecho a uso y no más, no es lo que queremos de nosotros mismos.

Ser un incondicional de tu familia y amigos, a veces te hace vivir del espejismo del éxito y el aplauso por los servicios prestados. Sin quererlo dejamos en un segundo plano el agradecimiento por lo verdaderamente importante:

«El esfuerzo y el cariño que pusiste por los tuyos»

Cada uno de nosotros, somos mucho más que los éxitos que podemos conseguir con nuestra entrega personal. No vivamos pendientes de las luces y las sombras de nuestros logros. Estemos pendientes de nuestra honestidad personal y moral a la hora de tomar decisiones y prestar ayudas.

En la familia, con los amigos o en el trabajo es frecuente confundir a la persona servicial y amable con un buen utensilio a utilizar a demanda de quien lo necesite…

Todos los favores que se ven, se tocan y son públicos por intereses personales de unos y de otros pueden hacer invisible a la persona que los hace y el porqué de su forma de relacionarse con los demás. Es fácil explotar al útil y amable en función de su entrega y forma de ayudar a los demás.

Por otro lado, cuando uno no se quiere por lo que es y representa sino por lo que hace y le aprueban los demás, también es fácil que caiga en la trampa de necesitar convertirse en un buen utensilio para auto reconocimiento o estima.

Es más que evidente que el mundo materialista en el que vive Occidente, hace «del pragmatismo la llave maestra que todo lo abre». Busco en los demás a los que me son útiles y yo debo ser muy útil a los demás para no estar o sentirme solo.

Alguien puede tener para nosotros un valor especial,  cuando  nos ayuda a consumir más a pagar menos, o a cobrar de manera exorbitada.  Valorar a las personas por lo que te dan o te ayudan a conseguir, es minimizar el verdadero sentimiento de ser útil.

Valorarte a ti mismo más como un utensilio que como una persona útil  ocurre:
  • Cuando dejas de ser quien eres por agradar  o servir a los demás.
  • Cuando dejas de ser quien eres para sentirte halagado por tus contactos o favores.
  • Cuando tu vanidad te pide cambiarte por dentro y por fuera para tener más éxito.
  • Cuando tu excesiva amabilidad te obliga a estar siempre disponible.
  • Cuando renuncias a tu necesario descanso para contentar a los demás.
  • Cuando renuncias a tus opiniones y juicios de valor por intentar comprender siempre a los demás.
  • Cuando dejas de proponer tus criterios o modos de actuar para no perder amigos.
  • Cuando tu tiempo y tu espacio se diluye y se pierde en el tiempo y espacio de los otros.

Ser útil y no utensilio, debe formar parte de tus sentimientos y pensamientos, aun a sabiendas de que este posicionamiento no te va a ser gratuito, ya que  decir NO a personas o circunstancias cuando la gente espera de ti un SI, puede hacerte sentir rechazado por «algunos interesados».

Las personas-utensilio, tienen un tiempo de caducidad para convertirse en un trasto viejo, mientras que las personas-útiles no tienen final porque pueden dejar huella incluso después de su muerte.

La flexibilidad propia de una persona útil hace de ella una persona que unas veces es recipiente, otra canal, otras filtro, otras protector, y muchas otras asidero…todo depende de cómo cuando y porque se le necesite y el crea que debe corresponder.

La flexibilidad no le exige a la persona-útil estar siempre disponible para todo lo que el mundo le pida. La flexibilidad de la persona-útil está en saber decir SI cuando puede y debe decirlo y saber decir NO cuando no puede o no debe hacer algo por el bien de todos.

Hay peticiones o servicios que pueden estar envenenados, y que podemos o debemos negarnos a hacer o participar, aunque aparentemente no sea algo muy dañino, pero nuestra conciencia nos invita a:
  • Aspirar siempre a lograr el mal menor para todos.
  • No conformarme con lo bueno sino a aspirar a lo mejor.

Conformarte con lo bueno o solo evitar lo malo puede ser hasta práctico. Pero aspirar a algo mejor puede no parecer practico pero si ser muy útil.

No te engañes siendo bondadoso.  Si crees que puedes negarte a ser ti mismo por hacer un favor y a cambio dejas de ser una persona buena para convertirte en un mero utensilio de recursos limitados. Hazte un favor: replantéate tu forma de quererte y respetarte.

 

 

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Comment ( 1 )

  • karina

    Muchas gracias. Muy interesante artículo para reflexionar.

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