Los padres debemos regalar juegos y juguetes envueltos en tiempos de calidad afectiva
El pasado 1 de diciembre impartimos una Mesa Redonda Solidaria sobre Inteligencia Artificial y la repercusión en las familias.
Transcribo en formato post todo el texto de mi exposición oral y os dejo el vídeo (abajo). Merece la pena escucharlo completo para escuchar también las demás aportaciones a la mesa.
El padre más imperfecto pero con corazón de padre, supera a la mejor tecnología punta del momento.
Por este motivo no existen ni padres perfectos ni juguetes perfectos. Es posible que si que exista el juguete perfecto para cada niño y para cada padre y madre que tengan ganas de jugar y de aprender mientras juegan juntos.
«No siempre van al mismo ritmo el reloj biológico y el reloj emocional de cada uno de vuestros hijos»
- Durante la infancia es labor de los padres saber seleccionar entre la oferta lúdica, cuales son los juguetes o juegos más idóneos para cada uno de sus hijos.
- Durante la adolescencia saber qué es lo que les conviene a tus hijos, es sobre todo consecuencia del diálogo y la comunicación directa entre padres e hijos.
- Durante la infancia y la adolescencia no debemos olvidarnos que cada hijo es un hijo en exclusiva y que probablemente durante este proceso tampoco debemos guiarnos solo por los listados de cuáles son los juguetes de más éxito, porque el ranking de los juguetes mas pedidos y /o vendidos no es un dato relevante a la hora de elegir el juego o juguete ideal para cada hijo.
Los padres deben ir más allá de la legalidad, seleccionando según la edad, circunstancias y personalidad lo que le conviene a cada uno de sus hijos
Para los padres no debe ser suficiente, conocer si el juguete cumple con la normativa legal. El tiempo disponible para el ocio, no debe ser el tiempo que nos sobra o el que queda y ya no sabemos que más hacer sino que debe ser un tiempo de calidad afectiva que fomente el desarrollo personal y tiene que ser un tiempo tan importante como el tiempo dedicado a otras actividades aceptadas socialmente.
Solo uniendo juegos, juguetes y tiempo de calidad como padres podremos ayudar a cada uno de nuestros hijos a poder ser un poco más felices.
Los juguetes no están para matar el tiempo de padres e hijos. Los hijos necesitan aprender a soñar con sus padres realidades diferentes a las de la propia vida. Es fundamental que los juguetes de alta tecnología no ninguneen la relación personal entre padres e hijos. Tampoco la relación de los padres con el desarrollo de un mundo que invite a la creatividad y la fantasía. Y no solo estemos focalizando la diversión hacia el puro conocimiento o entretenimiento material.
Un juego o juguete en sí mismos, NO mueve el corazón de un hijo. Pero un juego con la compañía de los padres SI mueve sentimientos, emociones y pensamientos.
«Hay que tomar conciencia de que no nos podemos permitir ser unos padres de acogida biológica. Y que estemos entregando en adopción a nuestros hijos a la casa madre de las nuevas tecnologías, a través del mundo de las pantallas y los botones o mandos»
También debemos tener en cuenta que la híper-estimulación de las nuevas tecnologías, está creando un tipo de hiperactividad producida por todo ese aluvión de estímulos que el niño recibe cuando juega.
Si observas si tu hijo tiene algunos de estos síntomas, revisa la calidad de tus tiempos a la hora de estar con ellos como padres
- Hiperactividad.
- Adicción a la tecnología.
- Dependencia nocturna.
- Aislamiento social y /o familiar.
Los padres deberemos tener en cuenta:
- Que si un juguete cierra las puertas de la fantasía y la imaginación del niño, ha dejado de ser un buen juguete.
- Que un juguete no debería ser solo una herramienta de instrucción o de entretenimiento porque entonces deja de ser un juego o juguete educativo.
- Que un juguete educativo tiene el poder de sanación en niños enfermos.
- Que un juguete educativo es un instrumento de experimentación y comunicación entre el niño y su entorno.
Un juguete educativo crea unos lazos afectivos con los padres que no los crea cualquier otro entretenimiento.
Junto a los padres no solo aprende a compartir, competir o ganar sino que también pierde el miedo a fracasar o perder al jugar sin miedo a la exclusión o el rechazo.