En cuanto a las relaciones sentimentales, existe la creencia de que “EL AMOR todo lo puede”.
Sin embargo, sin dejar de ser algo muy necesario para llegar más fácilmente a la resolución de un conflicto en la pareja, EL AMOR no es suficiente.
Con mucha frecuencia, en las Terapias de Pareja del Gabinete Sophya, vemos “bonitas historias de amor” que acaban dando lugar a separaciones por incompatibilidad de caracteres. En la mayoría de los casos, esto se debe a que, a pesar de quererse y de haberse casado enamorados y con la idea de estar unidos durante toda la vida, las parejas terminan por separarse por padecer el:
“Síndrome de asimetría”
La relación asimétrica de una pareja hace que su historia de amor termine haciéndose incompatible con una buena convivencia.
Evitaríamos muchas separaciones y divorcios o situaciones matrimoniales anómalas y, además, muchos sufrimientos, si nos diéramos cuenta de que en las relaciones de pareja entran en juego además del vínculo afectivo entre la pareja, otros factores casi tan determinantes como la existencia del amor entre los dos.
Cuando una pareja se conoce y se gusta y finalmente apuesta por amarse, empiezan juntos a elaborar un contrato que no tiene fecha ni firma de las partes. Pero que sí tiene, desde el principio, otras marcas. Se trata de aspectos conscientes o inconscientes que generan un tipo de relación entre ambos que debiera ser simétrica pero que en muchas ocasiones no lo es. Estamos hablando de aspectos que estaban presentes desde el principio. Desde el momento en que empezaron a relacionarse como una pareja ya sea durante el noviazgo o bien ya en el matrimonio. Y que se corresponden con NECESIDADES, CARENCIAS O AFÁN DE DOMINIO DE UNO DE LOS DOS O DE LOS DOS.
Si en este contrato, y no de manera explícita sino de manera subliminal, uno de los dos se otorga sobre el otro más derechos y potestades y menos obligaciones que el otro, se terminara teniendo una relación de amor con un trato en común asimétrico.
El Síndrome de Asimetría se puede vivir desde una perspectiva horizontal donde solo uno propone en solitario. Y el otro no se implica y siempre se deja llevar por las iniciativas del otro siendo un auténtico lastre para el que siempre propone.
Se puede vivir también desde una perspectiva vertical, donde solo propone uno y no da espacio equitativo para lo que el otro quiera pensar. Hay uno que siempre está por encima del otro como la autoridad que tiene que existir entre un jefe y empleado o un padre con un hijo.
La verdadera dinámica en un matrimonio debe ser simétrica, compartida y equidistante de MANERA RAZONABLE. Es decir, en la dinámica matrimonial habrá momentos y circunstancias en los que uno debe llevar el peso de la gestión o la decisión. Habrá otras veces en las que será el otro quien lleve ese peso. Sin embargo, estos momentos y circunstancias reflejan un modo de vivir el matrimonio que es excepcional. En un matrimonio LA FORMA HABITUAL de comunicar y compartir debe ser siempre de los dos, de forma consensuada, equilibrada y ponderada por la opinión de los dos.
Por mi experiencia profesional puedo decir que, solucionar un problema de asimetría en una relación de pareja, balancear y recuperar el equilibrio o la simetría entre los dos en su forma de gestionar el poder, es mucho más difícil que cuando se trata de una terapia por una infidelidad.
Las relaciones de pareja sanas deben nacer del equilibrio y la igualdad. Pero, en muchos casos, no se ve o no se quiere ver el problema real y uno cae en el autoengaño. Las parejas se autoengañan, boicoteando el sentido común de lo que está pasando. Acaban viviendo una realidad paralela y generando falsas expectativas ensayando soluciones cada vez que entran en una dinámica tóxica de asimetría.
Durante este tipo de dinámicas de asimetría, es fácil caer en el aprovechamiento de la salud, el dinero o la bondad del otro. Esto genera, desde esta perspectiva, una dependencia emocional muy fuerte en favor del que manda. De este modo, uno va creyendo cada vez con más fuerza que el funcionamiento de la relación solo depende del otro y pasa entonces a no creerse capaz de ver la vida sin que el otro decida o apruebe lo que el uno hace o decide hacer.
El esfuerzo que supone vivir en una relación asimétrica es altamente agotador y uno termina por desconectar para no volver a chocar una vez más.
Lo mismo ocurre con el que solo tira del carro y el otro no se implica. Es tremendamente frustrante. ¿Realmente como fluye el poder en tu relación? ¿Hay equilibrio de poderes?
He aquí algunos de los síntomas de estar siendo víctima de un Síndrome de Asimetría:
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- Uno de los dos es el que siempre toma las decisiones.
- Hay tal distancia emocional que el que se cree en posición de la verdad ya no le interesa lo que le pasa al otro. Simplemente ejecuta desde su realidad.
- Hay en la pareja tales roles fijos y estáticos, con tareas bien fijadas, que no admiten una reasignación diferente. O que cualquier intento de cambio de uno genera una fuerte resistencia u oposición en el otro.
- Hay uno de los dos que minimiza o invalida de manera habitual los sentimientos del otro. Incluso desacreditándole personalmente en los temas más sensibles para el otro.
- Son parejas con serios problemas para dialogar sobre temas importantes por falta de empatía y asertividad hacia el que tiende con mayor frecuencia a ser dominado.
- Evitan en lo posible hacer planes solos o salir de viaje. Si lo hacen, entonces van acompañados de otros y así evitan momentos de comunicación de calidad y bienestar equilibrado.
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Para estar bajo los efectos del Síndrome de Asimetría no tienen por qué darse todos los síntomas a la vez. Basta con que los dos primeros estén presentes para tener encima de la mesa una grave crisis matrimonial. Si no se ha pedido ayuda a tiempo, se puede entrar en una dinámica de no retorno. Lo que hace de la terapia de sanación matrimonial casi un imposible. En estos casos lo que falla no es la terapia de pareja, sino que lo que falla son los tiempos. El tiempo vivido bajo esa falta de equilibrio de poderes, el tiempo que se ha tardado en reconocer y ser conscientes del problema, el tiempo que se ha dedicado para pedir ayuda especializada.
Este es uno de los grandes problemas que, tomados a tiempo, podrían solucionarse y evitar así que se rompan tantos matrimonios. Tenemos etiquetas incompletas o equivocadas hacia los problemas por los que hay que acudir a terapia de pareja.