«La gente suele pelear en general, solo porque no puede discutir» (Gilbert Keith Chesterton)
A discutir bien o a pelear se aprende desde la infancia. ¿En tu infancia, como eran los que fueron tu modelo de convivencia a seguir?
Y ahora, que tu puedes ser el modelo de otros ¿cómo te comportas?, ¿eres una persona que sabe discutir o pasas directamente a la pelea?
- Discutir tranquilamente no es lo mismo que pelear. Ante una misma persona y/o circunstancia, el tema a tratar importa mucho menos que tu actitud.
- Discutir tranquilamente te permite ser amable con el otro, si te peleas te consientes poder ser un borde.
- Discutir te permite acabar «en tablas», mientras que pelear solo te deja hacer un «jaque mate».
- Discutir te permite mantener un diálogo oscilante y plural, pelear consigue que acabes arrojando tus palabras contra el otro por fijación.
La solución a un conflicto o problema suele ser más fácil de lo que parece, porque depende casi en exclusiva de la actitud personal más que de las aptitudes intelectuales tuyas o de los demás.
Ante un conflicto la buena actitud simplifica cualquier acuerdo o solución. «La simplicidad es complejidad RESUELTA» (Issey Miyake)
De hecho una vez resuelto el problema, te parece que el tema se fue complicando sin necesidad y el ambiente familiar se desequilibró, haciendo que al final no existiera proporción entre el disgusto, la gravedad del problema y la solución.
La vida es más sencilla y fácil desde la sencillez de sentimientos, la tranquilidad personal y la fe en los buenos frutos del diálogo, por eso es mejor evitar los conflictos, que luego tener que arreglarlos:
Vivir en familia entre barricadas es una forma de convivir que no favorece a nadie y perjudica a todos
Enseñar a discutir a nuestros hijos desde pequeños, como modelo de comunicación familiar y no de permanente enfrentamiento, es la mejor herencia que les puedes dejar a los tuyos.
Cuando creas que debes discutir, no te olvides de que al hablar debes:
- Mirar siempre a los ojos de la otra persona.
- Permanecer lo suficientemente cerca de la otra persona que para hablar no necesites gritarle.
- Esperar siempre dos segundos, antes de contestar a la otra persona, este tiempo evitará que le cortes mientras él habla.
- No tener nunca en las manos algo con lo que puedas amenazar, golpear o lanzar a la otra persona.
- Pedir un tiempo al otro de tregua y reflexión antes de seguir discutiendo, para entonces responder a las diferencias con nuestra cabeza y corazón y no con nuestro hígado.